— weon, ¡se armó una mocha!
— ¡chucha!, media caga. Le están sacando la cresta a ese niño, ¡ufff cuidado, cuidado vienen pa acá!
Se detuvo la música, prendieron las luces y los guardias del colegio separaron a los púgiles. A la víctima de la paliza se lo llevaron a un lado para ver cómo estaba y al otro grupo, seis niños, los acompañaron a la salida del colegio, dado lo ocurrido la fiesta se había dado por terminada.
— ¡hola, cabros!!! ¿Cómo están?
— bien, Sami ¿y tú?
— ¡bien!
— oye parecí rapero, ¿no encontraste unos pantalones más grandes?
— ya weon, son de mi viejo, no tengo otra cosa más decente.
— pero parecí astronauta, ¿cómo no se te caen?
— ¡cacha! Debajo del poleron me puse unos suspensores.
— ja, ja, ja, ja, ja, weon te vei ridículo.
— y voh, con ese chaleco de Fredy Krueger vai a espantar, ¡a espantar a todas las mujeres!
— ja, ja, ja, ja, ja.
— ¿tienen algo pa’ tomar?
— sí, poh, Jorge tiene ahí el grosso con jugo.
— ¡dame! Uffff la wea mala.
— weon, es lo que toman las minas hoy.
— está bien, pero es mala la wea.
— toma y calla mejor, sin esto no te vai a animar a hablar con ni una mina.
— ¡cachen! ¡Cachen! Un grupo de niñas, seguro van a la fiesta.
— ¡wuau, están lindas!
— ya, poh Seba, tú que escribís, piensa en algo lindo pa’ meterles conversa.
— weon, Jorge también escribe en la revista del colegio, ¿por qué no él?
— pero mira a Jorge está re feo, la idea es atraerlas no auyentarlas.
— ¿te gusta el Seba, Sean? Ja, ja, ja, ja, ja.
— ya, weon, si no soy fleto, lo animo pa’ que te ayude a conocer una mina.
— ¿y qué les digo?
— ya sé, te aparecís por detrás corriendo y les preguntas si vieron un perro, que se te escapó.
— ¡la chiva mala!
— intentemos.
— voy a quedar como weon,
— puede ser pero alguna de ellas va a entender que estás dispuesto a todo lo que sea necesario, poh.
— ok.
— dale, weon!!!
Me di la vuelta a la manzana y aparecí por atrás de ellas corriendo.
— ¡hola!!! ¿Vieron pasar un perro chico blanco? ¡Se me escapó!
— ¡no! ¿Alguien vio un perro?
— no, nada, qué lata.
— sí, la cagué se me arrancó.
— pobrecito, pero te podemos ayudar a buscarlo.
Ella me hablaba y perdí la atención de lo que me decía, solo miraba sus labios rojos moverse.
— oye, ¿estás acá? ¡Hola!!! Ja, ja, ja, ja, ja. ¿qué te pasa?
— ehh, ok sí, ¿qué dijiste?
— ¿cómo se llama tu perro?, pa’ llamarlo
— no sé, no me acuerdo
— ¿cómo que no te acordai, weon? Ahh, no tú nos estái puro engrupiendo.
— sí, creo que estaba con esos cabros de allá.
— yah, no hay interés en ti ni en tus amigos, ¡ándate! No nos hagas perder el tiempo.
— pero…
— pero nada, ya llegan nuestros compañeros, vai a tener problemas.
— ¿qué problema? Ok filo, filo, chao!
— ¿qué pasó, campeón?
— nada, la cagué
— weon, ibai bien!
— sí, caché pero me equivoqué, me preguntó el nombre del perro y no me acordaba.
— ja, ja, ja, ja, ja, ja, pero si era un perro ficticio, podía llamarse de cualquier forma, Cachupin, Thor, cualquier wea de nombre.
— no sé, me puse nervioso con la rubia que me hablaba y hablaba, aparte ya llegan sus compañeros y podemos tener problemas con ellos.
— ja, ja, ja, ja, ja, ja, esperemos a ver quiénes son, dudo que puedan con nosotros.
— filo con esto, ¡vamos a la fiesta!
Caminábamos de vuelta del partido de Rugby del sábado en la mañana. Todos con el equipo puesto el bolso con la ropa camino a comprar empanadas y bebidas.
— ¡cacha! Hay fiesta en el Kent School
— ¡buena! Vamos, ¿no?
— todo el rato, las minas de ese colegio son súper lindas.
— buena.
Comimos, tomamos bebidas como todos los fines de semana después del rugby, nuestro equipo era simplemente invencible, ganábamos todos los campeonatos, pero al mismo tiempo éramos el equipo más pobre de todo el campeonato, lo único que soñaba bien era el nombre del equipo “Prince of Wales”. Así que si bien ganábamos todo, nunca tuvimos a las seguidoras que tenían los equipos a los que barríamos de la cancha. Ese día quedamos de juntarnos en la plaza de Manquehue al lado del colegio Kent School.
Las fiestas en ese tiempo consistían en un espacio, generalmente el gimnasio del colegio, al centro la gente baila y alrededor se paran grupos de niñas y los niños van en rondas dando la vuelta y preguntando si alguna quiere bailar con uno. Las negativas son la regla y en la medida que pasan las horas las más lindas ya están bailando y las que no son tanto siguen al borde esperando, pero en general ni las feas te aceptan la invitación.
— hola, ¿quieres bailar?
— ¡no, gracias!
— hola, …
— ¡no, gracias!
— ehh…
— no, gracias.
— ¡hola!, ok mejor me voy.
— ¡sí, quiero!
— ¿cómo?
— o sea, ¿me ibas a preguntar si quiero bailar contigo, no?
— ehhh, sí, pero…
— ¿queri o no?
— sí, sí, sí.
Súper raro porque la canción era un lento, ahí te tienes que abrazar y ella era bien atractiva, no entendía nada. No cachaba como abrazarla, pero bueno me corrigió y ella de mi cuello yo de su cintura. La apreté un poco y bailamos. Olía súper bien, y yo no usaba ni un perfume, todo mal. Entre baile y baile, no hablamos nada, yo empecé a poner atención en su cintura y la curva hacia la cadera hasta que me dice que gracias pero no quiere seguir bailando. Bueno la cagué, debí haber dicho algo. A un lado de la pista mis amigos.
— ¡Sami!!!
— ¿en qué andan?
— nada, nadie quiere bailar, salgamos al patio a conversar.
— ¡vamos!
— la wea fome!
— nadie nos pesca.
— al Seba le fue bien, perdón ¡al rapero!!! Ja, ja, ja, ja.
— ¿tu papá tiene más pantalones raperos? Ja, ja, ja, ja.
— algo hacemos mal, obvio
— filo ¿qué hacemos ahora?
— caguemos la fiesta.
— ¿cómo?
— mira, armemos una pelea que deje la caga adentro, yo con el Jacko que somos los más grandes le pegamos al Seba, ¿cachai?
— pero, ¿por qué a mí?
— por qué eres más chico, entonces dos grandulones pegándole al chico va a ser más sorprendente
— ok, o sea actuando la pelea.
— obvio, si no te molemos.
— ¿de a dónde? la última vez no te fue bien conmigo.
— ok, ok, no empecemos con weas. ¿Le damos? Si no lo podemos pasar bien nosotros nadie puede.
— ok, ja, ja, ja, ja, ja.
— el resto tiene que aparecer al lado de nosotros si es que aparecen guardias o héroes del colegio.
— ¡hecho!



