No te metas con nosotros
Me sitúo debajo de la única luz que pende en medio del sótano y grito:
— La primera regla del club de la pelea es que no se habla del club de la pelea.
— La segunda, es que no se habla del club de la pelea.
— La tercera, si alguno de los participantes grita “basta”, la pelea se termina inmediatamente.
— La cuarta, …
— …
— Y la séptima, si es tu primera noche en el club, ¡tienes que pelear!.
Ya estaban todos dispuestos y uno de los nuevos integrantes listo para iniciar el combate. Se arma el círculo y les doy el «vamos».
Esa vez, el nuevo integrante fue particularmente muy hábil para vencer, en pocos minutos se escuchó «basta» pero él no se detuvo y mató al otro a golpes en el suelo. Una vez que lograron separarlo, él se levantó y gritó mi nombre.
— ¡Sebastian!, traigo un mensaje para ti.
— ¿Qué dices?, ¡maldito loco!, ¿¡No te das cuenta de lo que acabas de hacer?!
— Es mejor que atiendas esto (sacó un papel de su bolsillo y me lo presentó)
— ¿Qué mierda tienes ahí? (Se lo quité de las manos).
Tomé el papel y lo empecé a leer mientras algunos de los participantes habían iniciado el coro por el muerto.
— !Su nombre es Robert Paulsen!, ¡Su nombre es…
— ¡Callense!, ¡¡¡silencio!!! (Les grité)
«Si estás leyendo este mensaje significa que logramos infiltrar tu club y seguro rompimos más de una de tus estúpidas reglas.
Debo reconocer que no sabíamos de ti hasta que destruiste algunos de nuestros edificios, pero como ya sabes, no lograste echar abajo el puto sistema. No sólo eso, luego de tu espectáculo, nuestro alcance sobre los círculos de poder es mucho más profundo, es una realidad, el ser humano reacciona muy bien cuando tiene miedo y el temor que provocaste dejó a las personas con poder mucho más dispuestas a recibir nuestra protección y a apoyar nuestras iniciativas. Tú sirves muy bien a nuestros intereses.
Ahora lo importante. Después de que termines de leer este mensaje, espero que veas una muestra de lo que podemos hacer con las personas. Creo que es clave que te preguntes por qué llegamos a ti y también por qué no te han detenido en todo este tiempo, ¿será por los integrantes del club que pertenecen a la policía? o ¿será porque tú nos sirves a nosotros?. Por favor, sigue con tus planes, no pienses en detenerte. Nos pondremos en contacto cuando sea necesario».
Cuando levanté la vista del mensaje, el nuevo integrante se agachó, levantó la pierna derecha de su pantalón, desenfundó un cuchillo, que llevaba escondido y se abrió el estómago de lado a lado, así como un samurái.
Los integrantes que estaban presentes no entendían lo que estaba pasando, el terror se podía ver en sus caras y oler en el ambiente. Algunos me preguntaban por el contenido del mensaje, otros tomaron sus cosas y salieron del lugar rápidamente y otros esperaban escuchar algo de mí.
No sabía qué hacer, ni qué decir, así que saqué la voz más firme que pude y finalicé el encuentro.
— ¡Ya fue suficiente por hoy!, mañana nos vemos acá.
Tomé mis cosas y partí a nuestro cuartel. El mensaje, sin lugar a dudas había logrado insegurizarme, estaba lleno de dudas y ahora consciente de que alguien se encontraba varios pasos delante de nosotros. Sentía que todo lo que había creado con Tyler se había ido al carajo. No lograba decidir qué hacer y menos ahora, si era cierto que somos completamente funcionales a sus intereses.
Llegué a nuestro cuartel, Marla me esperaba y cuando me vio entrar me preguntó.
— ¿Por qué llegas tan temprano?, ¿por qué traes esa cara?
— Hoy ocurrió algo, no quiero hablar ahora.
Subí a tenderme y a pensar qué mierda iba a hacer.
Me desperté cansado, vestido, sobre la cama. No recuerdo cuánto dormí. Sobre el escritorio, donde tengo mi computador, había latas de cerveza, tazas de café y como 30 colillas de cigarrillo en el cenicero. Me acerqué a revisar mi computador, vi un mensaje no leído en la bandeja de entrada. Lo abrí y pude leer lo siguiente:
«Hola Tyler, soy Neo, te escuchamos y sabemos lo que estás buscando. Te vamos a ayudar. Luego te contacto nuevamente.
Neo»


