No me conocía
Se levantó, su marido no estaba en la casa y no había señales de que hubiera llegado la noche anterior. Lo llamó cinco veces y su teléfono indicaba que estaba apagado o fuera de cobertura. Era algo muy extraño, era un día de trabajo y tenía mucho qué hacer, decidió insistir más tarde. Se preparó y preparó a sus hijos para salir.
— ¡Ya niños!, todos al auto, nos vamos al colegio.
Todos arriba, los llevó pero volvió a la casa antes de ir a su trabajo para ver si había vuelto su marido y si no, llamar a algunos amigos para tener alguna noticia de él. Llegó a su casa y vio en la entrada un paquete. El paquete tenía una nota. «Abra está caja lo antes posible y con calma. No haga nada después de ver el contenido, dentro de ella hay otra nota que le aclarará mejor de qué se trata».
Luego de leer la nota, ella sintió un frío que le recorrió la espalda. La caja era bastante pesada y venía muy bien sellada. Entró con ella a su casa, la puso sobre la mesa de la cocina y buscó un cuchillo para romper los sellos. Abrió con cuidado los primeros sellos para abrir las cuatro tapas de la caja y dentro había otra caja plástica de color negro, era una caja para mantener productos refrigerados.
Sacó la caja negra y la puso al lado, abrió el sello de la caja con las manos y levantó la tapa. Al ver lo que contenía la caja sintió su vista como en un túnel, como mirando a una gran distancia lo que estaba dentro, se frotó los ojos para comprobar si era cierto lo que veía pero no pudo las piernas se le doblaron y todo empezó a dar vueltas. Se desmayó.
A los minutos empezó a recuperarse. Abrió los ojos sin entender muy bien donde estaba y que había pasado. Recorrió su entorno con la vista y reparó en la caja negra. Sus piernas aún no le respondían bien, pero se levantó ayudándose con una silla y volvió a mirar el contenido. Recordó que la nota decía que había otra dentro, logró identificarla y la tomó. Venía envuelta en una bolsa plástica. Rompió la bolsa y la leyó. «Este es el costo que tuvo que pagar por sus errores. Sus hijos ahora están con nosotros. No se comunique con nadie ni haga nada que no le indiquemos, de lo contrario no los volverá a ver. La llamaremos para darle las instrucciones».
Ella lo único que quería era que esto fuera una pesadilla, pero no, esto efectivamente estaba pasando y el terror le impedía siquiera llamar al colegio para confirmar lo que decía la nota— ¿¡Qué mierda hiciste!?, ¿¡Qué mierda hiciste?! ¡¡¡Maldito imbécil!!!, ¡¿Qué voy a hacer ahora?!
Rompíó en llanto. Su llanto se cortaba de vez en cuando, cuando dudaba si efectivamente habían secuestrado a sus hijos, pero el contenido de la caja la llevaba a tierra, era obvio que los tenían. Poco a poco fue recuperando el aire, asumiendo la realidad y que estaba obligada a seguir las instrucciones que fueran, sentía un impulso en ella que nunca había reconocido un valor que no sabía que tenía, de algún modo se dispuso para resolver lo que fuera necesario. Lo que sea, para recuperar a sus hijos. Por fin suena su teléfono y contesta rápidamente.
— ¡Alo!
— ¡Hola! Soy la directora del colegio.
— Hola, ¿si qué pasó?
— Llamo para saber por qué los niños no asistieron hoy.
Este llamado ya terminaba con cualquier duda, cualquier gramo de esperanza que podía quedar y profundizó su fuerza por hacer lo que fuera necesario.
— ¡Sí!, disculpe por no haber avisado. Desde ayer están enfermos y preferí no llevarlos hoy para que se recuperen.
— Ahh, ok. Bien, sólo era para confirmar. Muchas gracias y que se recuperen sus hijos.
— Ok, ¡gracias!
— ¡Chao!
— ¡Chao!
Con ese llamado se dio cuenta que tenía que cuidar los cabos sueltos que podría ir dejando al pausar la rutina del día, su trabajo, compromisos familiares del día y de sus hijos, el trabajo de su marido, … así es que empezó a anotar las actividades que debería cubrir para no levantar ni una sola sospecha del drama que estaba viviendo. Mientras estaba ordenando sus ideas y lo que debía hacer le entró otra llamada.


