Ella se llama Eugenia. Está tirada sobre la cama, está abierta de cuello a vientre, él puede acceder a prácticamente todo su cuerpo, puede disfrutar de ella de la manera que quiera, pero para él, eso no es suficiente, quiere llegar a su corazón. Eso no es tan sencillo, el corazón se esconde tras pulmones, y costillas. Pero da lo mismo, él no va a parar hasta llegar ahí, así que pacientemente trabaja para abrirse paso y tomarlo. Con el corazón en la mano ya sabe que podrá acceder a todo lo que Eugenia le puede dar.
— ¿Tienes lo que te pedí?
— ¿Qué cosa?
— La semana pasada te dije que necesitaba que me devolvieras lo que te presté.
— Uff, sorry. Se me olvidó.
— ¿De verdad? ¿Se te olvidó? Pero qué pasa?, Yo no soy tu mamá, tú no eres un niño.
— Amor de verdad lo siento se me fue.
— ¡Ándate a la mierda, weón!
— Te juro que hoy lo hago.
— Filo, realmente no se puede confiar en ti, necesitaba eso hoy, no mañana.
Sofía se fue de la casa a su trabajo. Estaba realmente furiosa con Juan. Una relación de quince años pasaba por la crisis más profunda que habían vivido. Ella simplemente ya no le tenía ningún respeto, Juan, hoy día es un pelele para ella, un perdedor, que dedicaba tiempo y dinero únicamente a sus intereses, intereses a juicio de ella completamente infantiles.
Sofia estaba decidida a hacer un cambio, pero para hacerlo necesitaba un pie firme para avanzar, es decir una alternativa. Para esto tenía, su círculo de amigas, quienes compartían completamente las opiniones de Sofía sobre Juan, sin dejar salir del círculo ni un destello de la situación y obviamente tenía las aplicaciones de citas.
Ese día después de discutir con Juan, mientras viajaba en el metro a su trabajo, recibió un match de un hombre. En cuanto le entró la notificación a su móvil, abrió la aplicación para ver de qué se trataba. Se sorprendió de ver quién le había hecho un match, un tipo muy interesante, bueno, al menos en las fotos. No dudó ni un solo minuto en devolverle la señal.
Estuvieron semanas chateando. El chat y el diálogo que tenían no sirvió para menos que aumentar el atractivo de él. Súper ingenioso, divertido, detallista, todo lo que no había visto en quince años. La relación avanzó, mientras más cerca estaba de él, más atractivo se volvía para ella, la voz, su perfume, las manos, la mirada, su carácter, todo era ideal. No había ni una duda de que esta era la oportunidad.
Sofía está tirada sobre la cama, abierta de cuello a vientre, él, él quiere su corazón y va por eso, cuando suena el timbre y se escuchan golpes en la puerta.
— ¿Quién viene?
— No sé, dame un minuto, voy a ver qué pasa.
— Eugenia! ¿Qué haces acá? ¿Qué pasó?



