Nadie sabe para quién trabaja

—¡Gracias por venir!, que bueno que llegaron. ¿Todo ok en el viaje?
— ¡Hola!, sí todo bien.
— ¡Pasen!, ¡pasen!, Dame tu chaqueta.
— Gabriela, ¿quieres tomar algo?, tengo vino, cerveza y champagne.
— Sí, una copa de champagne estaría bien.
— ¿Y tú?
— Una copa de vino, ¡gracias!
— Perfecto, vengo enseguida.
— ¿Y Carlos?, ¿Dónde está?
— Ya viene.

Hacía una buena cantidad de meses que no se reunían. Por el trabajo de él, ellos habían estado fuera del país. Hace pocos días acababan de volver a la ciudad. Como siempre se reunían a compartir una buena comida en casa. Ella, la dueña de casa, era muy buena para cocinar.

Después de tanto tiempo tenían mucho para conversar, la velada estaba muy entretenida y el aperitivo de lujo. El aperitivo.
— Voy preparar las cosas para servir la comida.
— Yo te ayudo con eso.

Entran a la cocina y él cierra la puerta de la cocina, se acerca por la espalda de ella, le toma la cintura y le dice al oído.
— Estás preciosa, no sabes cuánto te he echado de menos — él baja la mano y le agarra el trasero —
— Cuidado, nos pueden pillar.
— No me puedo aguantar más — avanza con su mano por atrás, entre las piernas de ella. Ella se resiste un poco moviendo la cintura para un lado, pero luego cede desplazando un poco una de sus piernas y facilitando que la mano de él la pueda tocar bien —-
— Yo tampoco — él besa su cuello mientras la sigue tocando —
— ¿Cómo lo hacemos? — le dice al oído —
— ¡Ya!, suficiente, ¡Nos van a pillar!. — ella se hace a un lado y se separa de él
— Está bien, lo siento.
— Ayúdame con los platos, ¿ya?
— Sí, claro. Tienes una bandeja para llevar más cosas.
— Sí a tu derecha están las bandejas.
— Ok. voy.

El plato principal. Llevaron las cosas necesarias para servir la mesa y se sentaron a comer. Los platos que ella había preparado estaban exquisitos, sorprendió a sus amigos con recetas que no había preparado antes. Ya terminado el plato principal, él se levanta y va al baño.
— Uff se me olvidó llevar las toallas al baño. Realmente ando distraída, se las voy a llevar — se levanta de la mesa, va a buscar unas toallas, se dirige al baño y toca la puerta —
— ¡Está ocupado!
— Soy yo — él abre la puerta, ella lo toma de la mano y lo lleva a la pieza de al lado, lo pone contra la pared, lo besa mientras mete su mano en el pantalón para tocarlo, cuando lo siente firme le desabrocha el pantalón y le descubre el pene ya bien firme para darle sexo oral. Disfruta su sexo por unos segundos y vuelve a besarlo —
— Tenemos que volver.
— Sí, tú vas al baño, yo vuelvo primero.
— Ok.

Ella, primero fue a la cocina. Ahí se pudo calmar y chequeó cualquier detalle que la pudiera delatar. Tomó el postre, servicios y los platos para el postre, los dispuso en una bandeja. Se asomó a la mesa y le pidió a Carlos que recogiera la mesa para servir el postre, quería evitar hacer contacto directo tan rápido con su marido y la invitada.

Ya sentados para disfrutar el postre con un buen destilado, siguieron en la conversación. Ya era tarde y Gabriela empezó a dar señales de cansancio.
— Juan, ya es tarde y estoy cansada, ¿te parece que nos vayamos?
— ¿Pero tan luego?
— Sí, ya es hora.
— No hay apuro por el lado de nosotros, ¿no Carlos?
— No, para nada, es más, si quieren se pueden quedar a dormir.
— No gracias, estoy cansada y quiero llegar a mi casa.
— Ok, está bien, está bien, ¡vamos!

Los acompañan a la puerta para despedirse. Luego de cerrar la puerta, ella toma de la mano a su marido y lo lleva directo, sin escalas, hasta la cama. El postre.

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