Llegan las amigas, el sexo, se van los amigos 2

— No sé qué voy a hacer, no hay trabajo para la carrera que estudié

— Qué mal, yo igual no sé cómo me va a ir.

— ¿Y vos, Seba? ¿Qué vas a estudiar?

— No sé, yo soy intelectualmente superdotado, así que creo que puedo
estudiar lo que yo quiera, tengo que decidirme, nada más.

— Jajajajajaja, superdotado, con cuea sabes sumar.

— Si yo no sé sumar, vos seguro no sabí limpiarte el culo.

— ¿Qué pasa, weon?

— Nada, escucharte llorar como una Magdalena lo único que me provoca es
pensar en ir a misa a rezar por ti.

— ¡Seba! riesgo de sexo, así que bien.

— ¡Seba!

— Acá.

— Ven vamos a la playa.

Llegamos, nos sentamos y los besos partieron sin aviso, el problema, al
minuto me di cuenta que en realidad estaba enfrentando una alerta máxima
de sexo, el peligro inminente. Traté de corregir evitando meter las
manos y apostando todo a los abrazos y besos.

— Sorry, soy muy intensa.

— Está bien.

— ¿Seguro?

— Sí, seguro.

— Me encantó estar contigo. Mañana ¿repetimos lo mismo?

— Ehhh, ¡sí! Obvio.

¿Mañana repetimos lo mismo?, eso me generaba un conflicto, quería más
que nada estar ahí, pero no iba a llegar muy lejos. A la tercera noche,
pasó lo que tenía que pasar.

— ¡A ver! ¡para, weon!

— ¿Qué pasó?

— ¿Acaso no te gusto?

— Me encantas.

— Pero mírame. Mira acá y acá, lo único que me agarrai es la espalda, me
tocas más cuando bailamos, ¿qué pasa?

— Es que no sé, quizá no es apropiado. ¿Qué acabo de decir?

— ¿Broma? Si vengo hasta acá a pasar frío es por que quiero que tú me
manosees, ¡todo!, Ayyy me dio rabia.

— Sorry, ok. Mira, ehhhh, es que, ¿como te digo? tengo un problema.

— ¿Qué problema?

— No, ehh, no, osea, no sé bien qué me pasa, pero cuando estoy, ehh,
así, ehh ¿ nervioso? no se me para.

— ¿En serio?

— Sí, pero porfa, osea, ehhh, esta wea no se la he contado a nadie, no
sé qué hacer.

— Ufff, menos mal.

— ¿Como menos mal?
Volvimos a los besos, pero ahora ella tenía la iniciativa, llevó mis
manos a todos los rincones de su cuerpo, me mostró lo que le gustaba, me
daba indicaciones y yo me limitaba a seguir las instrucciones al pie de
la letra.

Nos llevábamos bien y para ella mi problema no parecía relevante.

Las cosas volvieron a cambiar.

— Seba, tengo un plan diferente hoy.

— ¿Sí? ¿Qué?

— Tengo las llaves de una de las cabañas de mis papás. En la noche nos
arrancamos pa allá.

— ¿En serio?

— Sí, weeeon, vamos a estar acostaditos. A las una y media como siempre
sales y espérame al lado de la entrada de mi casa.

Y así fue, ella llegó unos minutos después y entramos por una ventana de
la terraza.

— Ojo, no se te ocurra prender una luz.

— Ok

— Ya, metámonos en la cama ¡rápido! Que estoy cagada de frío.

Nos metimos en la cama nos abrazamos hasta que empezamos a entrar en
calor.

— ¡Oye! Hay vida acá abajo, hay harta vida.

— Sí, no quería decirlo.

— Ayy no, tengo que verla. Weon, está preciosa.

— Jajajajaja, No ¿grandiosa?

— Jajajajaja, se te acaba de parar y ya quieres fanfarronear. No,
grandiosa no, preciosa le queda perfecto, jajajajajajaja.

— Jajajajajajajajajajajaja.

— Ahora es mi Lázaro y yo soy la santa que lo devolvió a la vida,
ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja,

— Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ¿Pero santa?

— ¡Oye!

— No, nada. O sea, que en realidad eres ¿ santísima?, o sea más que santa.

— Ahhh, ok. Ya ven, te quiero aquí, me debes muuuucho. Acá les dejo la conexión con el anterior.

— Qué loco, solo mi mamá y tú reparan en esa falla que tengo. Yo nací
con un par de fallas, un soplo y estrabismo, eso es lo que notas, algo
todavía me queda.

— Ok, pero ¿te recuperaste del soplo?

— Sí, cuando era chico. Supiera que acabo de darme cuenta que con
peligro inminente de sexo, no se me para, jajajaja.

— ¿De que te ríes?

— Nada

— En realidad naciste con problemas, pero es loco eso del ojo, es como
atractivo.

— ¿Sí?, puede ser pa mi vieja y pa ti, ja, ja, ja, ja, ja,

— Oye, me tengo que ir, ¿me acompañas?, vivo cerca.

— Obvio, vamos.

Bajamos del departamento donde era la fiesta y al salir del edificio
estaba el Leo con el Pescao parados.

— Seba, Marce, ¿dónde van?

— Me va a acompañar hasta mi casa.

— Ok, ¿los acompañamos?

— No, no, gracias, queremos conversar.

— ¿Queremos conversar? Pero Leo, la voy a dejar y nos juntamos en la
plaza, ¿no?

— No Filo, si ya nos vamos también.

— Ok

La fui a dejar, me pidió que paramos unas tres casas antes de la de sus
papás y nos quedamos parados, ella arriba de la vereda y yo abajo.

— Oye, hace tiempo que te quería conocer.

— ¿En serio? ¿Cómo?

— Yo te veo casi todos los días, cuando pasas por el paradero de la
esquina de tu colegio, siempre te miro, pero tú a mí nunca me miras.

— ¿En serio?

— Sí, weon y voy a ir directo al grano. Quiero darte un beso.

Sin peligro de sexo inminente, me comportaba como un joven normal, así
que la besé y así estuvimos conociéndonos un buen rato.
— Qué ricos tus besos

— ¿En serio? Tú si que eres expresiva.

— ¿Te incomoda?

— No para nada. Mientras no me pida algo más, todo ok por mí. Supiera su
papá que soy el mejor Pololo que puede tener su hija. Sexualmente
inofensivo jajajaja.

— De nuevo esa risa, ¿te incomoda, viste?

— Te juro que no, me acordé de la cara del Leo cuando bajamos.

— Pero eso no es divertido Seba, igual me da pena.

— Concha su madre, que mala chiva. Bueno si, mal sorry. Ehh bueno creo
que tienes que entrar.

— Quiero verte mañana.

— Me encantaría, ¿te tinka que nos juntemos en el parque?

— Si, súper, ¿a las cuatro?

— Ahí voy a estar.

Bueno, partí en dirección a mi casa. En menos de seis horas había echado
a perder mi relación con Sean, su polola y la hermana de ella, la Pame.
No satisfecho con eso el Leo me invita a una fiesta donde inmediatamente
lo pasé a llevar con la amiga que quería conquistar, aún más, ya estoy
haciendo planes con ella y el broche de oro, aprendí que soy sexualmente
inofensivo, todo bien y todo mal.

Llegando a mi casa escuché el chiflido de los amigos, Sean me esperaba
en la plaza, al lado de mi casa.

— ¡Seba!

— Hola, ¿qué onda?

— ¡¿Qué onda tu weon!? ¿Que te pasó? ¿Te volviste loco?

— Puta, me tenía que ir.

— La Pame no entiende nada, me contó lo que pasó, quedó súper mal.
Quiere hablar contigo mañana.

— No puedo mañana, tengo otro tema.

— Weon, no seas maricón, tienes que explicarle qué onda.
— ¿Le digo a este weon lo que me pasó? Ni cagando. ¿Le explico a la
Pame?, eso no va a pasar. Que onda, no me interesa ¿por qué iba a estar
obligado a hablar?, no quiero, dile que me gusta otra persona.

— Jajajaja, vos te volviste loco, ¿la Pame? como la vas a perder, podís
salir con las dos, no juntas obviamente.

— Esa wea es nada que ver, poh, osea eso sí que es una mariconada.

De ahí en adelante lo importante era evitar situaciones que me pusieran
en peligro de sexo, o sea el mundo al revés. En el grupo de Jorge tenía
una amiga, la Carola y ahora a la Marcela. Como me caían mal los amigos
de la Marcela, con ella nos juntábamos en la semana y el fin de semana
me juntaba con la Carola. Todo funcionaba de maravilla, hasta que
llegaron las vacaciones.

Como todos los años, me fui con mis viejos a la Guna. Era una tradición
de la familia, todos los Smith iban para allá.

Entre los jóvenes Smith había cuatro generaciones que compartíamos el
verano. Los más grandes, luego la mía y de ahí dos más que tenían muchos
integrantes.

Con mis primos mayores, yo me llevaba mal, no un poco, muy, muy mal.

Ese verano, la Vale, según yo, la mujer más linda de toda la Guna, era
parte del grupo de mis primos mayores. Era evidente que intentaban
conquistarla. Ella dos o tres años mayor que yo, tenía un pololo, que
era marino, él aparecía solo de vez en cuando.

Yo me dedicaba a mirarla no más. Tenía una figura fuera de serie y le sacaba provecho a eso con cada prenda que usaba, el escote y el pantalón o vestido dejaban ver unas curvas para mi gusto increíbles.

Yo, a pesar de la mala relación con mis primos, hacía de satélite del grupo.

Fin

— No sé, pensé puras wevadas. Entiendo, tranqui, ven. Olvídate de eso,
no pensemos, lo podemos pasar bien igual.

— Te voy a sacar la cresta weon.

— Bueno, si no te da pa más, ahora ponte a llorar.

— Ya, cálmense.

— Seba ven, acompáñame, ¿vamos a bailar?

— ¿Vale? ¿Qué?

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