Era obvio que algo tenía que pasar, años buscando amigas entre fiestas y
carretes tenían que empezar los pololeos. Esto marca un cambio
importante en el grupo de amigos, ya que no todos encontramos una amiga
en el mismo grupo, eso evidentemente era imposible.
En general lo que tendía a ocurrir era, que el que tenía una amiga
invitaba a uno de nosotros para conocer a la amiga de la amiga, típico.
Respecto de las relaciones hablábamos muy poco, en realidad nada, de
cómo era la intimidad con las amigas, de si había sexo o no. Nunca
hablamos de eso y tampoco de los rollos que se abren al intimar con las
mujeres.
A mí, tendían a invitarme harto a las fiestas para conocer a las amigas
de las amigas o en este caso a la hermana mayor de la amiga. Así conocí
a la Pame, una universitaria cinco años mayor que yo. Ella era súper
simpática y enganchamos re bien, nos juntamos muchas veces, hasta que me
llevó donde yo nunca había estado.
— Querí una piscola Seba.
— Sí
— Oye Seba! Y ¿que vai a estudiar?
— No tengo idea
— ¿Pero que te gusta?
— No se, creo que me gusta la filosofía
— Es entrete esa cuestión
— Si, es entretenida la filosofía, pero quizás es mejor estudiar algo
más práctico, como mecánica automotriz
— Pero no pensai estudiar algo que dé más plata
— ¡Medicina, Seba!
— ¿Con qué ropa, weon?
— Oye Seba, mira, ven acompáñame, te quiero mostrar algo
— Ahh, ok, dale
Me llevó de la mano a la pieza de sus papás, cerró la puerta y nos
tiramos encima de la cama a darnos besos, hasta ahí todo bien. Hizo una
pausa, se desvistió ahí entendí que esa era « la noche », sí, ese
momento por el cual había presionado a otras pero nunca me habían dado
la « pasada »..
— Ok Pame, estay segura
— Obvio, ya ven acá
— ¿Que pasa, weon? Estoy tiritando
— ¡Ayy weon! Teni las manos muy heladas
— ¡Qué mierda! ¿Por qué no se me para?
— Déjame sacarte el pantalón
— Espera, espera, es que quiero mear
— Acá hay un baño
— Ehh, me da lata usar el baño de tus viejos
— Weon, estai usando la cama de mis viejos pa tener sexo con su hija,
ja, ja, ja, ja, ja, el baño es lo de menos ¿no te parece?
— Tranqui si vuelvo altiro
— Pero qué onda, ¡Seba!
Salí de la pieza, agarré mi chaqueta y salí por la puerta.
— Puta la wea, no sé cómo abrir la reja.
— Pa dónde vai Seba, ¿qué onda?
— Ehh no nada, es que me tengo que ir. ¿Cómo se abre la reja?
— Pero espera un poco me voy contigo.
— No, tranqui
Me salté la reja antes de que apareciera la Pame y me puse a correr.
Tenía las manos heladas y tiritaba.
— ¿Qué chucha pasó? ¿Por qué no funcionó? ¿Seré fleto? Qué chucha, no
entiendo nada. ¿No pude? o ¿no quiero? Pero con la Carola si se me para
y con la Maca igual, no entiendo justo ahora no funciona, y mira como
estai, tiritando el muy weon.
Corrí hasta calmarme, y llegué a la plaza donde siempre encontraba a
algún amigo, para suerte mía ahí estaban.
— ¡Hola, Seba! ¿Cómo estai?
— ¡Bien! Buena, Leo, tiempo que no te veía
— Seba, Mira te presento a la Marcela y la Kathy
— Hola, Hola.
— ¿En qué están?
— Vamos a ir a una fiesta de unas compañeras de la Marcela.
— Dale, ¿puedo ir con ustedes?
— Obvio, no hay drama
Partimos a la fiesta, obvio, no hablé con nadie sobre lo que me había
pasado, qué vergüenza, había que esperar otra oportunidad, que más
vuelta le iba a dar.
La Marcela era súper linda, cumplía con todo lo que busca la mayoría,
rubia, ojos verdes, alta y con un cuerpo súper lindo.
El Leo le estaba haciendo los puntos o intentaba conquistarla. El
problema, ella esa noche se obsesionó con hablarme, y estuvimos toda la
noche conversando hasta que se fue el Leo.
— Oye, se te va un ojo pal lado
— ¿Que decí? ¿que se me va a tus tetas?
— Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ¡¡¡noooo!!!, de eso ya me había dado cuenta, eres muy
mirón, y le mirai el poto a todas las minas
— ¿Dónde la viste?
— Si weon, te voy a llamar la atención. No, pero en serio, a ratos el
ojo, ehh el derecho, se va un poco pal lado, como que no sé si me estai
mirando.
— Qué loco, solo mi mamá y tu reparan en esa falla que tengo. Yo nací
con un par de fallas, un soplo y estrabismo, eso es lo que notas, algo
todavía me queda.
— Ok, pero ¿te recuperaste del soplo?
— Sí, cuando era chico. Supiera que acabo de darme cuenta que tengo otra
falla y que con peligro inminente de sexo, no se me para, jajajaja.
— ¿De qué te ríes?
— Nada
— En realidad naciste con problemas, pero es loco eso del ojo, es como
atractivo.
— ¿Sí?, puede ser pa mi vieja y pa ti, jajajajaja
— Oye, me tengo que ir, ¿me acompañas?, vivo cerca.
— Obvio, vamos.
Bajamos del departamento donde era la fiesta y al salir del edificio
estaba el Leo con el Pescao parados.
— Seba, Marce, ¿donde van?
— Me va a acompañar hasta mi casa.
— Ok, ¿los acompañamos?
— No, no, gracias, queremos conversar.
— ¿Queremos conversar? Pero Leo, la voy a dejar y nos juntamos en la
plaza, ¿no?
— No filo, si ya nos vamos también.
— Ok
La fui a dejar, me pidió que paramos unas tres casas antes de la de sus
papás y nos quedamos parados, ella arriba de la vereda y yo abajo.
— Oye, hace tiempo que te quería conocer.
— ¿En serio? ¿Cómo?
— Yo te veo casi todos los días, cuando pasas por el paradero de la
esquina de tu colegio, siempre te miro, pero tú a mí nunca me miras.
— ¿En serio?
— Si weon y sabís que voy a ir directo al grano. Quiero darte un beso.
Sin peligro de sexo inminente, me comportaba como un joven normal, así
que la bese y así estuvimos conociéndonos un buen rato.
— Que ricos tus besos
— ¿En serio? Tu si que eres expresiva.
— ¿Te incomoda?
— No para nada. Mientras no me pidas algo más, todo ok por mi. Supiera
su papá que soy el mejor Pololo que puede tener su hija. Sexualmente
inofensivo jajajaja.
— De nuevo esa risa, ¿te incomoda viste?
— Te juro que no, me acordé de la cara del Leo cuando bajamos.
— Pero eso no es divertido Seba, igual me da pena.
— Concha su madre, que mala chiva. Bueno si, mal sorry. Ehh bueno creo
que tienes que entrar.
— Quiero verte mañana.
— Me encantaría, ¿te tinka que nos juntemos en el parque?
— Si, súper, ¿a las cuatro?
— Ahí voy a estar.
Bueno, partí en dirección a mi casa. En menos de seis horas había echado
a perder mi relación con Sean, su polola y la hermana de ella, la Pame.
No satisfecho con eso el Leo me invita a una fiesta donde inmediatamente
lo pasé a llevar con la amiga que quería conquistar, aún más, ya estoy
haciendo planes con ella y el broche de oro, aprendí que soy sexualmente
inofensivo, todo bien y todo mal.
Llegando a mi casa escuché el chiflido de los amigos, Sean me esperaba
en la plaza, al lado de mi casa.
— ¡Seba!
— Hola, ¿qué onda?
— ¿¡Que onda tu weon!? ¿Que te pasó? ¿Te volviste loco?
— Puta, me tenía que ir.
— La Pame no entiende nada, me contó lo que pasó, quedó súper mal.
Quiere hablar contigo mañana.
— No puedo mañana, tengo otro tema.
— Weon, no seas maricon, tienes que explicarle qué onda.
— ¿Le digo a este weon lo que me pasó? Ni cagando. ¿Le explico a la
Pame?, eso no va a pasar. Que onda, no me interesa por qué iba a estar
obligado a hablar, no quiero, dile que me gusta otra persona.
— Jajajaja, vos te volviste loco, ¿la Pame? como la vas a perder, podís
salir con las dos, no juntas obviamente.
— Esa wea es nada que ver, poh, osea eso sí que es una mariconada.
De ahí en adelante lo importante era evitar situaciones que me pusieran
en peligro de sexo, osea el mundo al revés. En el grupo de Jorge tenía
una amiga, la Carola y ahora a la Marcela. Como me caían mal los amigos
de la Marcela, con ella nos juntábamos en la semana y el fin de semana
me juntaba con la Carola. Todo funcionaba de maravilla, hasta que
llegaron las vacaciones.
Como todos los años, me fui con mis viejos a la Guna. Era una tradición
de la familia, todos los Smith iban para allá.
Entre los jóvenes Smith habían cuatro generaciones que compartíamos el
verano. Los más grandes, luego la mía y de ahí dos más que tenían muchos
integrantes.
Con mis primos mayores, yo me llevaba mal, no un poco, muy, muy mal.
Ese verano, la Vale, según yo, la mujer más linda de toda la Guna, era
parte del grupo de mis primos mayores. Era evidente que intentaban
conquistarla. Ella dos o tres años mayor que yo, tenía un pololo, que
era marino, él aparecía solo de vez en cuando.
Yo me dedicaba a mirarla no más. Tenía una figura fuera de serie y le
sacaba provecho a eso con cada prenda que usaba, el escote y el pantalón
o vestido dejaban ver unas curvas para mi gusto increibles.
Yo, a pesar de la mala relación con mis primos, hacía de satélite del
grupo.
— No sé qué voy a hacer, no hay trabajo para la carrera que pude
estudiar.
— Que mal, yo igual veo harta incertidumbre en cómo me va a ir.
— ¿Y vos Seba? ¿Qué vas a estudiar?
— No se, yo soy intelectualmente superdotado, así que creo que puedo
estudiar lo que yo quiera, tengo que decidirme, nah más.
— Jajajajajaja, superdotado, con cuea sabes sumar.
— Si yo no sé sumar, vos seguro no sabí limpiarte el culo.
— ¿Qué pasa weon?
— Nada, escucharte llorar como una magdalena lo único que me provoca es
pensar en ir a misa a rezar por ti, weon patetico.
— ¡Seba! para.
— Te voy a sacar la cresta weon.
— Bueno, si no te da pa más, ahora ponte a llorar también.
— Ya, cálmense, ¡Seba! Cállate weon.
— Seba ven, acompáñame, ¿vamos a bailar?
— ¿Qué?
— Ven conmigo
— ¡Lo voy a matar a este pendejo!
La Vale me sacó de la pelea invitándome a bailar.
— ¿Qué onda tu intensidad Seba?
— Lo estoy ayudando.
— Jajajajajaja, please si ves que necesito ayuda, no me ayudes ¿ya?
— Jajaja, ok.
— Entre nos, estoy de acuerdo contigo, tus primos hablan puras wevadas,
tu…— Entre nos, estoy de acuerdo contigo, tus primos hablan puras wevadas,
tuve que aguantarme la risa, con las cosas que le dijiste.
Bailamos y todo súper bien, no soy un gran bailarín pero creo que me
manejé bien, dado que de ahí para adelante me hizo su pareja « oficial »
de baile o algo así.
Esa era la rutina de todas las noches, todos nos juntábamos en ese bar
de la playa, la Vale me buscaba para bailar y al final me iba para mi
casa, hasta que un día cambió la rutina.
— Seba, quiero hablar contigo.
— Dime, ¿Qué pasó?
— No, no acá, solos.
— ¿Yiaaah?
— Si, mira. A las una y media anda al puente, pasados los faroles y
espérame.
— ¿Si?, Ok, ok.
— Buena, tengo que decirte algo.
Estaba claro que algo iba a pasar con ella. En la playa no me pareció
que corriera mucho riesgo de sexo, así que todo bien.
— ¡Seba!
— Acá estoy.
— Ven vamos a la playa.
Llegamos a la playa, nos sentamos y los besos partieron sin aviso, el
problema es que al minuto me di cuenta que en realidad estaba
enfrentando una alerta máxima e inminente de sexo, el peligro era mucho
mayor del que pensé. Traté de corregír evitando meter las manos en
alguna parte que encendiera más la situación, apostando todo a los
abrazos y besos.
— Sorry, soy muy intensa, ¿no?.
— No, está bien.
— ¿Seguro?
— Si, si, seguro.
— Me encantó estar contigo. Mañana ¿repitamos los mismo?
— Ehhh, ¡sí! Obvio.
más que nada estar ahí, pero era evidente que no iba a poder llegar muy
lejos, pero, a la tercera noche, pasó lo que tenía que pasar.
— ¡A ver! ¡para weon!
— ¿Qué pasó?
— ¿Acaso no te gusto?
— Me encantas.
— Pero mírame. Mírame las tetas, mira mi poto, lo único que me agarrai
es la espalda y la cintura, weon, me tocas mas cuando bailamos, ¿qué
pasa?
— Es que no sé, quizás no es apropiado. ¿Qué acabo de decir?
— ¿Es broma? Si vengo hasta acá a cagarme de frío contigo es por que
quiero que me manosees entera, todo, ¿qué mierda? Ayyy me dio rabia.
— Sorry, ok. Mira, ehhhh, es que, ¿como te digo? Ehh, es que, ehhh.
tengo un problema.
— ¿Qué problema?
— No, ehh, no, osea, no se bien qué me pasa, ehhh, pero, ehh, pero
cuando estoy nervioso no se me para.
— ¿En serio?
— Si, pero porfa, osea ehhh, esta wea no se la he contado a nadie y no
sé qué hacer.
— Ufff weon, menos mal.
— ¿Como menos mal?
— No sé, pensé puras wevadas. Entiendo, Tranqui, ven. Olvídate de eso,
no pensemos, lo podemos pasar bien igual.
Volvimos a los besos, con algo más de calma y llevó mis manos a todos
los lugares de su cuerpo y obvio ella en el mío, de alguna manera me
ayudó a conocerla, me mostró lo que le gustaba, me daba las indicaciones
de donde, como y cuando actuar para hacerla sentir un orgasmo, tema
súper raro por que había escuchado que a las mujeres les cuesta eso, a
ella realmente no le costaba nada, yo obedientemente me limitaba a
seguír las instrucciones al pie de la letra.Seguimos con nuestros encuentros, nos llevábamos demasiado bien y para
ella mi problema no parecía ser lo suficientemente relevante como para
no seguir. Pero las cosas volvieron a cambiar.
— Seba, ven, mira, tengo un plan diferente hoy.
— ¿Si? ¿Qué tienes en mente?
— Tengo las llaves de una de las cabañas de mis papás. En la noche nos
arrancamos pa allá.
— ¿En serio?
— Si weeeon, vamos a estar acostaditos. A las una y media como siempre
sales y espérame al lado de la entrada de mi casa, ¿me cachai?, que no
te vean.
Y así fue, ella llegó unos minutos después y entramos por una ventana de
la terraza de la cabaña.
— Ojo Seba, no se te ocurra prender una luz.
— Ok
— Ya, weon metámonos en la cama ¡rápido! Que estoy cagada de frío.
Nos metimos en la cama nos abrazamos hasta que empezamos a entrar en
calor.
— ¡Oye! ¿Hay vida acá abajo?, hay harta vida acá abajo.
— Si, no quería ni decirlo.
— Ay no, tengo que verla. Weon está preciosa.
— ¿Si? ¿No grandiosa?
— Jajajajaja, se te acaba de parar y ya quieres fanfarronear. No,
grandiosa no, preciosa le queda perfecto, jajajajajajaja.
— Jajajajajaja, ok.
— Ahora tu cosa es mi Lázaro y yo soy la santa que lo devolvió a la
vida, jajajajajajajjajajajajaja,
— Jajajajajajajajajajajajajajajaja, ok. ¿Pero santa?
— ¡Oye! ¿Qué quieres decir?
— No, nada. Osea, que en realidad eres mi ¿ santísima?, ósea más que
santa.
— Ahhh, ok. Ya ven, te quiero aquí, me debes muuuucho.No se bien como pero supere ese rollo psicológico, obviamente no por
completo pero fue siendo cada vez menos relevante. Con la Vale estuvimos
un buen tiempo viéndonos clandestinamente, evitando que el entorno se
enterara que estábamos en algo, le sacamos todo el provecho que pudimos
e se verano, inventando nuevas excusas o razones para desaparecer y estar
juntos lo más posible.
El verano terminó y ella igual organizaba cosas para vernos. Era más
difícil juntarnos y ocurría poco, yo tenía que viajar y ella también,
dado que generalmente eran fiestas falsas en Valparaíso y Viña. La
distancia y el tiempo hicieron su trabajo para terminar con esa
relación. Años más tarde ella se casó con uno de mis primos y luego se
separó por violencia intrafamiliar.
Ese año, paseando por el parque con mi perra la “Jane”, me sumé a
conversar al grupo de amigos de mi hermana, ella me vio y me invitó a
sumarme. Ese día conocí a la Janet, ellas tenían un grupo de amigos bien
unido, todos súper simpáticos.
De suerte me senté junto a la Janet, sus amigo y ella trataron de tocar
a mi perro y se dieron cuenta que no era buena idea, así que mi perro
pasó de ser súper lindo a un peligro para ellos. Mi perra y yo éramos
uno solo, mientras le dejaran en paz y a mi lado no había peligro.
— Tranqui, tranqui, no la toquen.
— Oye weon, que miedo. Casi me agarro la mano. ¿No será mejor que te la
lleves?
— No, ¡momento!, calma, mi perro está súper bien entrenado. Les muestro.Me paré y les mostré todas las cosas que podía hacer con ella.
Cuestiones que pocos criadores de perro pueden lograr. Al final me lucí
con mi perra.
Volví a sentarme y la dejaron al lado mío sin intentar tocarla.
— Que onda, ¿quien le enseñó todo eso a tu perro?
— Yo poh, yo aprendí todo eso con mis Grandpas. He criado muchos perros
y sé cóm…
— ¿Grandpas?
— Si, osea mis abuelos.
— Si entiendo, es que yo también tengo Grandpa y Granny.
— Jajajaja, que divertido. ¿Ellos vienen de Inglaterra?
— Si. Jajaja, qué loco. Mis Grandpas también tienen perros pero no había
visto nada como la tuya, se pasó.
— Los míos igual vienen de allá.
— Ahh, sorry, me tengo que ir.
Justo había llegado su pololo, el “pelao”, un tipo para los estándares,
me imagino yo, súper atractivo para las mujeres.
Yo me quedé con una sensación súper buena de la Janet, ella me atrajo
desde el primer minuto, pero bueno estaba comprometida. Cuestión que se
tenía que poder resolver de alguna manera.
Después de esa vez, ella empezó a aparecer en mi casa, a pesar de ser la
amiga de mi hermana yo no la había visto en mi casa. Ahora que me
conocían, no era raro que fueran a mi pieza a tomar algo antes de sus
fiestas o pasaran por ahí después de un carrete si estaba despierto. Con
la Janet nos llevábamos súper bien, hablábamos harto, le gustaba
filosofar de la vida, hablar temas densos.
Yo a mi hermana le decía que me gustaba otra de sus amigas, no la Janet.La Janet se enteró de ese pequeño e irrelevante detalle y una vez que
estábamos solos en mi pieza me lo hizo ver.
— Oye Seba, ¿así que te gusta la Vero?
— Jajajaja, ¿quién te dijo eso?
— Tu hermana. ¿Quieres que te ayude con ella? Es mi mejor amiga.
— No, no pasa nada, no me gusta.
— Entonces, ¿por qué dijiste eso?
— La Andrea me pregunta wevadas y yo le respondo cualquier cosa.
— Ya dime la firme, yo te puedo ayudar.
Esa señal para mí fue clara, algo podía pasar. No intenté nada con ella,
la amistad se fue profundizando y yo me fui enamorando cada día más de
ella.
Ella era misteriosa, tenía algo especial que la hacía diferente, usaba
ropa súper suelta pero en la medida que estábamos juntos conversando
podía apreciar que escondía un cuerpo perfecto, a veces se levantaba un
poco la polera para acomodarse y en esos movimientos podía apreciar las
curvas de su cintura y su poto, o en ciertas posturas era posible ver el
contorno de sus tetas, todos esos detalles eran magia para mis ojos, la
hacían extremadamente sexi para mí, mostraba lo menos y lo poco lograba
provocarme lo más.
En la medida que ganó confianza en mí empezó a hablarme de sus rollos
con los amigos que tenía, ahí entendí que la pretendían muchos hombres y
en general tipos que venían de familias súper acomodadas. Tuve la
oportunidad de conocer a varios de sus pretendientes, dado que me empezó
a invitar a sus fiestas, en general tipos re-buena onda, la verdad me
caían bien, lo fome llegaban en tremendos autos nuevos que les habían
regalado sus papás y yo en cambio andaba en una bicicleta vieja, pero
que funcionaba muy bien.
La verdad no sabía por donde conquistarla, pero pacientemente por meses
hice el esfuerzo de ser el amigo más buena onda, abierto, desenrollado
que la hacía pasar momento entretenidos, hablando, riendo, teorizando,
etc. Ella me gustaba como nadie me había gustado nunca, estaba loco por
ella.
La confianza se profundizaba cada vez más, nos contamos todo, ella
quería decirme todo, todo lo que había hecho y yo a ella, compartimos
todos los secretos sin ni un pudor, toda esa info me daba pistas de que
le gustaba que no, que era importante que no y me imagino que a ella
también lo que yo le contaba.
El tiempo fue descartando a muchos de sus amigos y yo me sostenía cada
día más como la fuente de pasarlo bien, hasta que un día me invitó a una
fiesta, osea yo iba a ser quien la acompañaba. No teníamos nada más que
amistad y no intenté nada. Eso se normalizó, osea me buscaba para ir a
todas partes, terminó con el pelao. Yo seguía sin intentar besarla.— Tengo que llamar a mi casa.
— Busquenos un teléfono público, cacha ese es como las casetas de
llamada de Inglaterra.
— Weon, de veras, vamos.
Entramos a la caseta juntos, ella cerró la puerta se volvó hacia mí y
nos besamos con tanta fuerza que chocamos con los dientes.
— Jajajaja, perdón.
— Perdona tu, jajajajaja. Creo que me rompí el labio.
— Si estás sangrando. ¿Podemos terminar un beso?
¿Mañana repitamos lo mismo?, eso me generaba un conflicto mayor, quería


