Latido


Por: Andrés García Viesca

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Página 1 de 3LatidoAndrés García ViescaI. El ContactoEl cielo se desgarró como una herida.Pero no sueña mis sueños.Sueña los suyos.II. El Sueño ajenoMe abre. Me toca. Acomoda la esfera. Me cierra.Al principio, un latido.Un golpeteo sordo, ajeno, como si algo recluido intentara recordar cómo ser carne.Después vinieron los sueños. No los míos.Paisajes demenciales: torres inclinadas bajo lunas negras, criaturas de esqueleto azul quelloraban fuego, un lenguaje hecho de gritos suaves.Despertaba con los ojos húmedos y la garganta ardiendo.La esfera crecía, casi imperceptible.Cada día hablaba menos. Cada noche, insomnio.Una vez la pinché. No sangró.Intenté arrancarla. Ella despertó.Sin furia, con hambre.Desde entonces, escucho su voz en la estática, en el zumbido de los cables, en la pausaentre dos pensamientos.Me dice que pronto será el tiempo.Que este cuerpo es solo el primer recipiente.Después vendrán otros.III. La DisoluciónNo sé cuánto tiempo ha pasado.Los relojes dejaron de marcarlo, o tal vez yo dejé de leerlos.Mis reflejos ya no coinciden con mis gestos.A veces parpadeo y el mundo se congela.La esfera… ya no está bajo la piel.Ahora vive en mí, detrás de los ojos, entre los huesos, entre mis pensamientos.La siento cuando respiro.
Página 2 de 3A veces, al mirarme las manos, no sé si son mías o suyas.Las uñas me parecen ajenas, como si bajo la carne se movieran hilos invisibles.El frío sube y baja por mi columna, como una serpiente buscando salida.No me habla con palabras. Me imita.Camina con mi andar, sonríe con mis labios, siente con mis manos.A veces, desde algún pliegue de mi memoria, la noto respirando con mis pulmones,guiñando un ojo en el espejo sin que yo lo ordene.Pero algo está fuera de lugar.Mis recuerdos tienen sombras nuevas.En uno de ellos, estoy de pie en un campo oscuro, bajo un cielo que jamás ha existido.No estoy solo. Hay muchos como yo.Todos soñando lo mismo.Una estructura negra se alza al fondo, girando lentamente. Nos llama.Y entonces comprendo:No nos ha invadido.Nos ha convocado.IV. El llamadoNo hay más días.Solo una penumbra perpetua, como si el cielo hubiera decidido no volver a encenderse.La esfera ya no late.Late el mundo.Los árboles se inclinan, las mareas ignoran a la luna.Las aves, en su vuelo, trazan espirales eternas.Todo se acomoda para recibirla.Yo camino, como todos los demás.No hay órdenes. No hay miedo. No hay duda.Caminamos descalzos, la piel herida por el roce de las piedras, la arena fría pegada a lasplantas de los pies.Nuestras manos tiemblan al contacto con otras manos, pero no sabemos de quién son losdedos.Los ojos abiertos de par en par, vacíos de voluntad, llenos de certeza.La estructura negra nos espera.Gira en silencio. Pulsa con un ritmo que ahora también es nuestro.
Página 3 de 3Un instante antes de llegar, el mundo parece desvanecerse en un parpadeo:mi piel se vuelve traslúcida, las voces dentro de mi cabeza se confunden,siento que sonrío, pero no sé con qué rostro.Cuando llegamos, no ocurre nada.No hay explosión, ni fusión, ni ascenso glorioso.Solo un suspiro colectivo.Como si el universo, por fin, exhalara.Y entonces lo intuyo:No nos eligieronSolo necesitaban recipientes vacíosAhora…comienza la transformación.
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