En ese tiempo formamos parte de un equipo de rugby. Este deporte era totalmente ajeno a nosotros, lo que nos gustaba era jugar al fútbol. Pero el hermano del Leo nos invitó a ser parte de un equipo de rugby donde él jugaba y no tenían jugadores para la categoría de nuestra edad.
En general acá quienes practican ese deporte son los colegios ingleses, que además son los mejores colegios del país. Nosotros no teníamos idea de que se trataba ese deporte, aprendimos las reglas desde cero.
Nos sumamos porque las alternativas para jugar al fútbol eran muy escasas, una liga el fin de semana a la que nos invitaba el papá de Sean y donde no nos ponían en la cancha prácticamente nunca, todavía éramos chicos para jugar con mayores de dieciocho años y esa liga no entrenaba nunca.
Lo bueno de esta invitación es que era barata y nos obligaba a entrenar tres veces a la semana más jugar campeonatos el sábado o domingo, así muchos fines de semana jugábamos campeonato de rugby y en la liga de fútbol.
Partimos súper mal en el rugby, realmente los colegios ingleses nos pasaban por encima, pero luego de dos o tres años de jugar nos convertimos en el mejor equipo del país. Eso sí en nuestra categoría, habíamos formado un equipo súper unido y muy fuerte. Tanto fue así que los colegios ingleses que armaban un campeonato con colegios de Nueva Zelanda, la vez que jugaron acá nos invitaron y lo ganamos.
Bueno no todo era perfecto en el equipo, teníamos un compañero, el guatón Guerra, él era muy agresivo, muy grande y obviamente muy fuerte, sin duda era una pieza clave en el equipo, realmente provocaba miedo en los equipos rivales, pero esa agresividad también la aplicaba en contra de nosotros, jugando a su estilo un rol que nunca tuvo, el liderazgo del grupo.
— ¡Buena Seba!!, arma el RAC
Esa vez después de recuperar una pelota armé el RAC enfrentando a los forwards del equipo rival pero no fue suficiente para el guatón Guerra.
— ¡Pero cómo no aguantaste más, débil de mierda!
— ¡Vos llegaste tarde, guatón culiao!
Mientras aún estaba en el piso después de que perdimos el RAC me tiró la pelota en la cabeza con toda su fuerza.
— ¿Qué te pasa?, ¡weon!
— Ven acá, poh, querís terminar en la clínica weon.
— ¡Ya para. Seba! Calmémonos, vamos, vamos, en el SCRUM recuperamos.
Esa actitud matonesca del guatón Guerra nos incomodaba a todos, pelotazos, espaldas rotas porque se daba el lujo de usarte de apoyo para sus estoperoles cuando estás en el suelo por un RAC, o los rodillazos en los pulmones cuando estabas en la misma situación. Lo cierto es que ni uno de nosotros era capaz de enfrentarlo en una pelea, nadie se atrevía.
— Weon, ¿qué hacemos? Esto es insoportable.
— No sé, tenemos que aguantarlo, ¿alguien es capaz de hacerle frente?
— Jesús se la puede con él.
— Pero a él no se lo wevea poh, si no es tonto el guatón.
— Pero miren, Jorge muestra la espalda.
— ¿De verdad, eso te lo hizo el Guerra?
— Si weon, si ya nos da miedo ganar una pelota y armar RAC’s mucho más saludable hacer un volante. En el piso este guatón se ensaña.
— Chucha madre, qué mal.
— Laméntate no más, vos no tenís que lidiar con él, tu jugai en la línea.
— El tema ya empieza a ser un drama, es verdad.
Por más que hablábamos no nos atrevíamos a hacer nada. Para tratar de acercarnos lo empezamos a invitar a los encuentros post partidos, ahí siempre comíamos empanadas, tomábamos bebidas y a veces cervezas. La idea era tratar de acercarnos de otra manera como para que bajara la violencia que nos aplicaba cada vez que se molestaba por algo que él creía que habíamos hecho mal en el partido.
La idea era darle la sensación poco a poco de ser el líder del equipo, así que además lo empezamos a considerar más con sus ideas para armar jugadas en los entrenamientos para los próximos partidos. Esto funcionó por un rato, pero el problema era mucho más emocional o psicológico, él simplemente perdía la cabeza cuando estaba en el partido.
Las cosas habían mejorado un poco pero no lo suficiente.
