La Fuente de Energía

Terminaron de cargar las mercancías y el oro robado de la última nave mercante asaltada. Las bodegas de la Carabela ya estaban a tope, así es que, luego de este atraco, tomarían rumbo a casa. Después de 5 meses en alta mar el Capitán ordenó girar a estribor e iniciar el retorno.

La tripulación se encontraba con la moral muy alta, a pesar del tiempo que llevaban en alta mar, tuvieron pocos heridos en asalto, una parte muy pequeña de la tripulación había enfermado de pulmonía y casi no vivieron accidentes en cubierta. Pero, lo que el Capitán no podía entender, era el desánimo de su Intendente.

– ¡¿Qué pasa Jan?!, ¿Por qué esa cara?, esta salida nos ha resultado mejor que nunca, nos vamos a repartir mucho oro y dinero.

– Nada, nada Capitán, está todo bien.

– Ahora, después de escucharte, estoy más preocupado, ni siquiera lo puedes disimular.

– De verdad, está todo bien Capitán, debe ser el cansancio.

– ¡Está bien!, no quieres hablar, pero por favor Jan, disimula mejor, tu deber es mantener al grupo comprometido y de buen ánimo, aparte de todos los riesgos que corremos, no quiero peleas y conflictos en la tripulación, así es que disimula mejor y haz tu trabajo, anda a compartir con el grupo y cuida que no se les pase la mano con el ron.

– (Jan se levantó) Está bien capitán, no se preocupe, yo nunca le he fallado. Disculpe Capitán, tengo una duda, ¿vamos primero a Zelanda o directamente a Ámsterdam?

– ¡Directo a Ámsterdam! (Jan dejó ver una sonrisa), ¡mira tu cara!, ¿¡qué pasa en Ámsterdam?!… ya!, ya!, ya!, no me digas nada, ¡anda a hacer tu trabajo!

El retorno les tomó 7 días, por la proa ya se podía ver tierra. Una vez que atracaron en una bahía, bajaron velas y se prepararon para repartir el botín. El Capitán y Jan fueron llamando a cada integrante de la tripulación para cumplir con lo pactado.

– ¡¡Bien!! hemos cumplido con lo prometido, en 6 días más nos encontramos acá para volver a zarpar. ¡No se metan en problemas, los necesito de vuelta!

La tripulación se dispuso a pisar tierra después de meses y lo único que tenían en mente, como siempre, era celebrar por varios días. Jan los acompañó, era parte de su deber, fueron a una taberna a emborracharse, cantar y compartir con mujeres.

– ¡¡¡Jan!!! ¿Qué te pasa?, te has comportado como un extraño, el grupo ya lo comenta.

– No me molestes, que piensen lo que quieran, a mí me da lo mismo.

– Tú eres el hombre fuerte de la tripulación, te necesitan ver bien, no así (imita el desánimo que expresa su cuerpo). Tú sabes con los lobos que tratas, ¿no?, si uno de ellos llega a pensar que puede tomar tu lugar es capaz de hacerte daño a ti y a tu familia.

– Lo sé (Jan tomó su vaso, se dio vuelta y se retiró).

– ¡Estás irreconocible!, ¿¡Qué te pasa?! (Le grita al irse, tratando de retenerlo con la mano)

Ya habían pasado horas de celebración y el ron había hecho su efecto en los tripulantes. Estaba empezando el atardecer y a esa altura del día Jan sabía que le quedaba poco tiempo, así que decidió dirigirse al baño, para desde ahí, por una ventana, salir de la taberna sin que se dieran cuenta. Salió y se puso a caminar desesperadamente por las calles de Ámsterdam. Caminó por dos horas hasta una casa. Ya era de noche.

Llegando a esa casa, se subió a un árbol que estaba por un lado del jardín y desde ahí, escondido, se puso a mirar por una ventana. A través de la ventana podía ver a una niña, muy linda, de unos 4 años y también a su mamá. Se quedó un rato en eso y luego se bajó, tomó una bolsa con monedas de oro y una nota que llevaba en el bolsillo, se acercó a la ventana, dejó la bolsa y la nota en el borde, golpeó la ventana para llamar la atención de ellas y se fue rápidamente.

Jan, ahora caminaba de vuelta, con algunas lágrimas en los ojos y una sonrisa que nadie se la iba a poder borrar en muchos meses.

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