El elástico se cortó
Llegaba a su casa después de trabajar. Le llamó la atención que las luces estuvieran apagadas. Al entrar sintió olor a humo de cigarro, avanzó por el pasillo y pudo distinguir a una persona sentada en el sillón del living fumando.
— ¿Quién está ahí?
— No prendas la luz, por favor.
— ¿Amor, eres tú?
— Sí.
— ¿Por qué estás fumando dentro de la casa?
— Ahh, ¿qué importa eso? Ya sé cómo te fue con el gran negocio que ibas a cerrar hoy.
— ¿Cómo?, si no te he contado nada.
— Simple, cuando te iba bien gritabas a los cuatro vientos que habías conseguido algo, es obvio que no lo lograste.
— Pero todavía tengo una posibilidad de lograr un acuerdo.
— Qué bueno, qué bien por ti.
— Bueno, pero explica qué pasa, estás fumando dentro de la casa, está todo apagado y ¿los niños?, ¿dónde están?
— ¿De verdad te importa eso?, verte así de preocupado por estas cosas, ¿en serio?
.— Vamos, ¿qué pasa?
— ¿Qué pasa? Ja, ja, ja. ¡Relájate! Te puede dar un ataque al corazón, ya son años.
— ¿Años de que?
— ¡De tus promesas!, de que las cosas van a ir mejor. Estoy cansada, aburrida de escucharte. Explícame, ¿qué vamos a hacer ahora?
— ¿Cómo?
— Realmente tú vives en otro planeta. ¿Tengo que explicarte la situación en la que estamos metidos?
— Ok, déjame ver de dónde puedo sacó algo de dinero.
— Se me ocurre una idea, ¡llama a tu mamá! Ja, ja, ja, ja, ja, ja. Ya ni siquiera te viene a ver, tiene más claro que yo lo que significa tratar contigo.
— ¿Y tú? ¿Qué tanto has aportado?
— ¡A ver! ¿Quién crees que mantiene la casa y además la hace funcionar?, ¿tú weon?, ¡Yo lo hago!, Tú te has transformado en un niño más que tengo que cuidar. No aportas nada, ni material, ni emocional, no te haces cargo de nada de las tareas de la casa, ni siquiera llevas a tus hijos al colegio.
— Pero si tú tienes que salir temprano y el colegio te queda en el camino.
— Cállate mejor.
Guardó silencio, mientras pensaba cómo salir bien parado de esta discusión. Su emoción lo llevaba de la rabia que a veces le tenía a su mujer, hasta el amor y el miedo de perderla. No estaba claro si atacar con lo que a él le molestaba de ella y lo injusto de sus comentarios o intentar comprender su punto y corregir si es que aún era tiempo. Prefirió evadir.
— Creo que es mejor que hablemos mañana. Cuando estemos más tranquilos. Voy a ir a ver a los niños.
— No hagas eso, los puedes despertar. Si pasa eso, ¿te vas a hacer cargo de hacerlos dormir? o ¿me vas a dejar con ese problema mientras miras las noticias del fútbol?, ¿adivina?
— Ok, pero esta conversación no va a ninguna parte.
— Me imagino que para ti no. ¿Tú crees que en algún momento tuve la esperanza de algo diferente de tu parte?
— ¿Qué quieres?
— De ti ya no quiero nada.
— No entiendo, ¡habla claro por favor!
— Wuau, levantaste la voz. Esa es una buena señal pero tarde para mí.
— Vamos, ¿qué mierda pasa?
— Disculpa, sé que se me pasa la mano. Mira, prende la luz del comedor y arriba de la mesa están los papeles que tenemos que firmar para iniciar el trámite de divorcio. Al lado vas a ver tres maletas con tus cosas.
— Vamos amor, estás llevando esto demasiado lejos.
— Fuimos ambos los que hicimos esto, Amor. Lo siento mucho, pero uno de los dos tenía que tomar una decisión y no sabes lo que duele hacerlo.
— ¿De verdad?
— Si, yo no soy una buena persona, hace un tiempo que lo vengo preparando.
— ¿Por qué no me hablaste de esto?
— Porque lo habrías echado a perder. Por favor, después de todo lo que hemos vivido y el cariño que todavía nos tenemos, toma tus cosas y lárgate.



