Leo sufre de aracnofobia desde la infancia y ha convertido su miedo a las arañas en una obsesión que marca su rutina diaria. Cuando sale con Vale, intenta esconder su fobia y actúa de forma extraña revisando cada rincón.
En su dormitorio, descubre que ella tiene un tatuaje de araña en el muslo; entra en pánico, se desmaya y despierta en una clínica con Vale a su lado, avergonzado pero aliviado.
Cuando menos lo esperaba


