Sebastian Smith

La aldaba

Por: Andrés García Viesca   Página 1 / 2 Página 1 de 2La aldabaAndrés García ViescaMi pueblito natal se recuesta en el regazo de la colina, un manto de tejados rojos bajo elcielo enmarañado de nubes grises. Las calles estrechas se retuercen como antiguos ríos depiedra, fluyendo de recuerdo en recuerdo.Había vuelto después de muchos […]

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Hechicera

Por: Olga Leticia Orizaga Cárden   Página 1 / 6 Página 1 de 6HechiceraOlga Leticia Orizaga CárdenasLa tranquilidad de la noche fue interrumpida por el grito enérgico de Dayana quellegó a todos los rincones de la casa.—¡Leonor, hija, es hora de dormir!Aun sin cerciorarse, sabía que la chica se encontraba sentada frente a lacomputadora. De

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Latido

Por: Andrés García Viesca Página 1 / 3 Página 1 de 3LatidoAndrés García ViescaI. El ContactoEl cielo se desgarró como una herida.Pero no sueña mis sueños.Sueña los suyos.II. El Sueño ajenoMe abre. Me toca. Acomoda la esfera. Me cierra.Al principio, un latido.Un golpeteo sordo, ajeno, como si algo recluido intentara recordar cómo ser carne.Después vinieron

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La aldaba

Por: Andrés García Viesca Página 1 / 2 Página 1 de 2La aldabaAndrés García ViescaMi pueblito natal se recuesta en el regazo de la colina, un manto de tejados rojos bajo elcielo enmarañado de nubes grises. Las calles estrechas se retuercen como antiguos ríos depiedra, fluyendo de recuerdo en recuerdo.Había vuelto después de muchos años.

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Hechicera

Por: Olga Leticia Orizaga Cárdenas Página 1 / 6 Página 1 de 6HechiceraOlga Leticia Orizaga CárdenasLa tranquilidad de la noche fue interrumpida por el grito enérgico de Dayana quellegó a todos los rincones de la casa.—¡Leonor, hija, es hora de dormir!Aun sin cerciorarse, sabía que la chica se encontraba sentada frente a lacomputadora. De no

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